domingo, 31 de mayo de 2009

Artes marciales...


El ser humano siempre ha tenido que buscar la manera de sobrevivir a la vez que intenta perdurar en su descendencia. Desde antes de su primer llanto, el parto, debe comenzar a lidiar con la dificultad, en la lucha por la fecundación, el anhelo de perdurar entre los demás y en el tiempo.

El instinto más primario empuja al Hombre a intentar por todos los medios a no morir, a evitar desaparecer de la faz de la tierra. Toda persona lleva un combate a cuestas, toda persona busca la vida en intensidad y en seguridad.
En algún punto cardinal de historia y miedo surge el afán por defenderse, la negación a perecer sin más, el impulso a luchar por la vida.
El hombre conjugado en todas sus variantes: raza, cultura, estrato social y época grita por vivir. A veces abrazado a nobles e importantes ideales y otras inundado por el egoísmo o algún inconfesable sueño de poder e inmortalidad.

En ese torbellino de vida y muerte, aún incomprensible para la humanidad, se forja el acero de las Artes Marciales, el Hombre a sabiendas de su destino lo quiere dirigir, lo quiere aceptar cultivando su espíritu, sus hábitos, explora la percepción del mundo en lo profundo de su mente.

De alguna manera el guerrero descubre que la verdadera lucha está en su interior, no siempre lo que ve es bueno, descubre que el verdadero enemigo era él mismo en su conjunto; capacidad física, complejos, ignorancia, emociones, etc. No culpemos a la luna, el hombre lobo sale a relucir hasta con luz de bombilla. El guerrero cuando no lo entiende lo intuye por eso articula su código de vida con el máximo autocontrol a sabiendas, tal vez, que el hombre aún no está preparado para la libertad absoluta. Necesita la disciplina, enfrentar sus limitaciones y lo que es más difícil: soportar al prójimo.

Es miope observar las Artes Marciales sólo en su argumento técnico, ya que, se inventan y se reinventan según interpretaciones, terreno, tecnologías, costumbres de la época, etc.
La simple disciplina de guerra busca la efectividad, el triunfo absoluto, la muerte del oponente, la gloria en la batalla indómita. El Arte Marcial alcanza una profundidad mayor cuando reconoce que todo enfrentamiento es erróneo que la sangre cuando comienza a correr es imparable en su cauce de causa y efecto.

¡Cuidado! La belleza de las Artes Marciales enriquece, levanta el espíritu, nos da salud y fortaleza física pero nos deja a nosotros la responsabilidad de su uso.
Hasta el momento parece que la Humanidad no ha aprendido la lección del pasado, ya el presente se ve tormentoso y el futuro mundial parece verse nublado.

Tal vez cuando el Hombre evolucione ya no sea Hombre, toda evolución elimina y crea. Habrá descubierto la técnica perfecta: el arte de vivir.


“En Toledo me habló una espada, gritó que el acero se rompe como acero, la sangre llama a la sangre. No envidies mi suerte, tú tienes mil destinos, yo soló busco la muerte. Hombre es hombre cuando su espada busca su suerte”

Gentileza: Sensei Darwin Rojas
Imagen by Nur, intensivo Taichi-Chikung mayo 2009

4 comentarios:

Adelina dijo...

Me ha gustado mucho...

Es inevitable aprender a defenderse, pues la vida la solemos hacer un combate.

Pero, efectivamente, las peores batallas las libramos en nuestro interior.

Un beso.

Carmen Conde Sedemiuqse dijo...

Hola Nur, buena entrada.
besos y amor
je

Logan y Lory dijo...

Es cierto, la vida es una lucha constante y está en nosotros hayar las armas personales para superar las dificultades, al menos intentarlo. Mantener cuerpo y mente sanos y despejados supone tener parte del camino recorrido.

Una reflexión muy interesante la de tu entrada de hoy.

Un abrazo.

Adelina dijo...

Cuando puedas, pásate por mi blog, que hay algo para ti.

Un beso.

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