El aferramiento es la fuente de todos nuestros problemas. Puesto que, para nosotros, la impermanencia equivale a angustia, nos aferramos desesperadamente a las cosas, aun cuando todas las cosas cambian. Nos aterroriza desprendernos de ellas; de hecho, nos aterroriza vivir, ya que aprender a vivir es aprender a desprenderse. Y ésta es la tragedia y la ironía de nuestra lucha por retener: no sólo es imposible, sino que nos provoca el mismo dolor que intentamos evitar.
La intención que nos mueve a aferrarnos no tiene porqué ser mala en sí; el deseo de ser felices no tiene nada de malo, pero aquello a que nos asimos es inasible por naturaleza.
Los tibetanos dicen que no se puede lavar dos veces la misma mano sucia en el mismo río, y que "por mucho que estrujes un puñado de arena nunca le sacarás aceite".
Sogyal Rimpoché
2 comentarios:
QUE BUENA ENTRADAAA
Pienso que ésta es quizás la verdad más amarga del ser humano, al menos el escollo más difícil de superar...
Abrazos!
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