Extrañaba el mar. Puedo pasarme horas y horas
contemplándolo. Todo a mi alrededor desaparece, mis pensamientos viajan, vienen
y van al ritmo de la marea. Pasan las horas y me voy llenando de una agradable
paz. La brisa marina amansa a los demonios…
Llevamos tres
días desde la entrada del último frente. Tenemos norte. Me encanta ver cómo
juegan las gaviotas con el viento. Es fascinante observar cómo planean a su
antojo. Parece que les gusta especialmente volar en dirección opuesta a la
corriente, no aletean, tan solo corrigen la posición de sus alas con rápidos
movimientos y avanzan contracorriente sin aparentes problemas para luego virar el
cuerpo y salir disparadas en dirección contraria, empujadas, esta vez sí, por
la fuerza del viento. No luchan en ningún momento, avanzan para luego dejarse
llevar en un constante ir y venir, como en un juego, formando parte del aire
mismo…
Las gaviotas son las aves más atrevidas que hay por
aquí… no dudan en acercarse a los turistas si hay comida de por medio. También me gusta observar cómo pescan los
pelícanos, estos vuelan más alto que las
gaviotas y necesitan aletear algo menos para fluir con el aire. Es increíble
cómo colocan su cuerpo para lanzarse empicado al agua. Aunque los días que hay
tanto viento el mar está revuelto y no es tan fácil localizar las presas, por
lo que hay menos movimiento. En las alturas vuelan otras aves, son como
albatros, pero aun no he conseguido que nadie me diga cómo se llaman esos
misteriosos pájaros. Oscuros y con una envergadura de alas mucho mayor, apenas
aletean para desplazarse y, a diferencia de las gaviotas, su vuelo se observa
mucho más sutil y armonioso. A veces solo son un puntito negro en las nubes
pero cuando tienes suerte y los puedes observar de cerca te das cuenta de que
su tamaño real es enorme! Cuando planean sus alas tienen forma de V bastante
marcada, imagino que eso les ayuda a aprovechar muy bien la fuerza del viento.
Richard Bach decía en su famosa obra “Juan Salvador
Gaviota” aquello de “tu cuerpo, de
extremo a extremo del ala, no es mas que tu propio pensamiento en una forma que
puedes ver. Rompe las cadenas de tu pensamiento y romperás también las cadenas
de tu cuerpo”. Eso es lo que los vientos del Yucatán me están recordando.
Llevo instalada en Progreso, península del Yucatán,
aproximadamente desde mediados de febrero. Después de dejar Aventurec y la
maravillosa reserva del Filobobos estuve viajando por la república. Regresé
unas semanas a Catemaco, en los Tuxtlas, tras comenzar el año en Distrito
Federal y visitar algunos estados que aun no conocía, como Michoacán,
Jalisco o Yucatán, donde ahorita me encuentro. Fueron visitas cortas pero
intensas, México no deja de sorprenderme y atraerme… Me encanta el momento en que llegas a una
nueva ciudad sin saber exactamente qué te aguarda… cuales serán las sorpresas
que esconden sus rincones…
Ha sido un comienzo de año intenso a todos los
niveles. Dejé Aventurec una semana antes de lo que mi instinto predijo hace ya
meses. Vamos afinando. Pero no me imaginé el torbellino en el que me iba a
sumergir posteriormente. Los ocho meses que pasé en la reserva del Filobobos me
prepararon para los siguientes capítulos de esta aventura, ahora lo sé. Le debo
mucho al rio y a los maestros que allí me enseñaron a navegarlo. El rio me ha
dado muchas buenas y enriquecedoras enseñanzas que espero no olvidar nunca. Ha
sido un privilegio conocer la gente que vive a través de los ríos del mundo,
son espíritus libres. Encontré una familia en ellos y como tal, siempre los
llevaré en mi corazón. Espero y deseo que nuestro caminos vuelvan a encontrarse
muy pronto.
Tras un par de volteadas en los rápidos que el
destino me tenía preparados decidí parar y descansar. Busqué aguas tranquilas
en Xalapa, donde me instalé por un par de semanas en una bonita casa en el
barrio de las ánimas donde una amiga catalana, Montse, que conocí en
Catemaco tenía rentada una habitación.
En la casa vivía otra chica, Ere, universitaria, con la que compartíamos platos
de pasta, momentos sushi, pláticas en la cocina, fiestas con los vecinos y
alguna que otra clase de yoga. La verdad es que a veces se agradece la
compañía. Creo que me llegó en el momento en que lo necesitaba y estoy
agradecida. Me lo he pasado muy bien, las noches Jalapeñas pueden resultar
sorprendentemente deliciosas…
Dice una querida amiga: “No siempre es fácil
adaptarse a los cambios internos porque las personas que siempre te han
conocido de una determinada manera pueden verte diferente y ello las
desconcierta. Llega ese momento en el que los demás te ven distinto, en
realidad mejor, porque eres más fuerte e intentan llevarte de nuevo al terreno
antiguo. Tu sabes que no puedes, y aquí hay un gran trabajo, porque para los
que siempre has sido cuadrado ahora eres redondo y ellos quieren que sigas
siendo cuadrado. Cuesta bastante gestionar todo esto sin dejar de perder
personas de "confianza", pero es también un aprendizaje y en todos
los aprendizajes hay pérdidas y dolores, precisamente para eso, para
aprender. No se acaba nunca y hay momentos mas duros que otros, pero no se
puede mirar atrás y solo hay un presente donde vivir. Siempre se va
aprendiendo, pero jamás se deja de aprender.”
No podría haber descrito mejor lo que me ha tocado
trabajar estos últimos meses. Y aunque el trabajo del desapego sigue
constantemente presente mantengo la conexión con mi brújula interior. El
problema es cuando esta señala dos nortes diferentes… pero eso será otra
historia…
Una vez repuesta la energía que gasté en todo este
último proceso dejé Jalapa para llegar a Progreso tras viajar más de 20 horas
en ADO, una de las principales compañías de transporte de autobús en México y
en la que debería tener suficientes millas como para dar la vuelta al planeta…
Progreso es una pequeña ciudad en la costa del Yucatán, a 40 minutos de Mérida.
Eso si no hay tráfico, en caso contrario tardas una hora… Hacía tiempo que
quería conocer esta parte del mundo. Siempre que miraba un mapa y veía esta
península sobresalir del continente americano, dándole forma al enorme golfo de
México, me imaginaba visitándola algún día. Pues bien, ya estoy aquí.
Llegué a Progreso gracias a Anuska y Román, dos
amigos de Barcelona que tenían rentada una casita cerca de la playa de esta
pequeña ciudad yucateca. Vine de visita y ellos me acogieron. Fueron grandes
tardes poniéndonos al día de nuestras últimas aventuras. Ellos partieron de
España hace unos tres años. Agarraron un velero y se echaron al mar… a navegar
los mares del mundo! El destino quiso que nos reencontráramos en el Yucatán.
Siempre que oigo las historias de los marineros que han cruzado el océano me
dan ganas de emprender aventura en un barco… quién sabe si quizás algún día
pueda vivirlo… De momento os recomiendo un entrañable libro escrito por Román… “La
gata Marina”, basada en la historia de una gata que una vez cruzó el océano…
Por medio de mis amigos conocí a Remko, un holandés
afincado en México desde hace 15 años. Se separó de su mujer, ella se quedó el
negocio… y los 4 hijos… Ahora Remko emprende camino por su cuenta y recién
empieza otro Bar-Restaurante en el malecón de Progreso. Es un lugar no muy grande
pero bien situado. Vive en una casa que tiene justo detrás del negocio, se
comunica por medio de un patio con la cocina del restaurante. Es una casa
grande, de seis habitaciones. Colaboro durante el día en el negocio y a cambio
tengo derecho a una habitación con baño y comida. También me quedo las
propinas. No es mucho pero lo justo para los gastos del día. Progreso es un
puerto donde llegan cruceros dos veces por semana, que son los días en que hay
mas clientes.
Llevo pocos días por acá y aun no me he establecido
ninguna rutina pero los días van tomando forma. Me levanto temprano, saco las
mesas y las sillas a la terraza, pongo las sombrillas y preparo el café. Cruzo
la calle y llego a la playa, me doy un baño, nado un rato lo más hacía dentro
que puedo buscando algo de profundidad… Salgo y me tumbo diez minutos al sol. Regreso
a mi habitación, me doy una ducha y salgo de nuevo a la terraza. A primera hora
suele llegar Lou, un americano que vive aquí hace ya mucho años, ex militar.
Estuvo en Vietnam. Ahora se dedica al trapicheo, puede conseguir cualquier cosa
que le pidas… Tomamos café en la terraza mientras observamos cómo está la
mañana, si el mar está tranquilo, si hay mucho aire… Lou siempre tiene alguna historia
que contar y aunque a veces sea la séptima vez que te la explica no deja de
sorprenderme. Su vida parece sacada de una película…
A lo largo del día van circulando diversos
personajes por el bar. Clientes habituales la mayoría ya que el negocio aun no
tiene la licencia para poder vender alcohol. Pero los que aquí se juntan se
compran las cervezas en la tienda de al lado. Este lugar me recuerda a la serie
“Cheers”, recordáis? Aquel bar en el que
se juntaban los borrachos de barrio, cada uno tenía su historia… Pues aquí es
un poco lo mismo. Lo más impresionante ha sido conocer a un juez gringo que
trabaja en un estado en el que se practica la “inyección letal”. O por ejemplo
a una mujer norteamericana que a los 16 años tocaba el violín en Rusia, tiene
una carrera militar de 27 años en el ejército yanqui y un ex marido árabe… ahora vive retirada en
México…
Cuando no hay gente o todo el mundo está atendido me
siento en la terraza y observo el mar. Los vientos me han traído hasta aquí. La
ciudad se llama Progreso, curiosamente. No sé muy bien qué es lo que está por
venir así que procuro tomármelo con calma, descansar y disfrutar de este
pequeño paraíso yucateco. De momento parece que la próxima enseñanza está en el
viento. He conocido a Sara y Fabricio, dos instructores de Kitesurf. El Kite es un deporte que combina el viento
con el mar. Vas sobre una tabla impulsado por la fuerza que el viento ejerce
sobre una vela que va amarrada a un arnés que llevas en la cintura, la vela
tiene una altura variable de mas de 10 metros. A cambio de ayudarles cuando
empiecen los cursos con los clientes me han ofrecido aprender a Kitear… Ya
llevo un par de clases y la verdad es que me está gustando. La técnica requiere
bastante práctica pero es muy emocionante sentir que puedes apoyarte en la
fuerza del viento para surfear sobre las olas. De momento estoy practicando el
manejo del papalote (la vela) en la orilla, aun no me he puesto sobre la tabla.
Pero la adrenalina que siento me encanta. Intentar poner la vela donde tu
quieres es todo un reto en el que el contrincante es una fuerza de la
naturaleza… o visto de otra manera… el contrincante eres tu misma… La
adrenalina me ayuda a estar presente, a vivir el momento y no estar dispersa en
varios pensamientos y fantasías. Me ayuda a centrarme.
Por las tardes suelo fregar los trastes de los clientes
que han venido a comer. Remko es el Chef, yo le ayudo si le hace falta algo y
recojo después. Suelo tener muchas horas para mí. Si no voy a clase con Sara
aprovecho y doy una vuelta en bicicleta por el malecón. Me gusta ver cómo
cambia la luz en el cielo al atardecer. Los fines de semana tenemos visitantes
mexicanos, la mayoría viven en Mérida. Los días de crucero están llenos de
americanos y canadienses. Cuantos más turistas mas vendedores, puestos de
helados, elotes, dulces, globos, azúcar de colores… Me encanta sentarme por la
tarde a observar el tránsito de gente por el malecón, es como ver una película
que nunca termina…
Y por la noche suelo retirarme temprano. Últimamente
no me concentro en la lectura así que veo más películas. Tengo una habitación
grande, con ventilador, lo cual se agradece más que por el calor por los
pinches mosquitos… y yo que creía que después de Aventurec estaría ya vacunada…
Si es una noche de viento el mar se agita y entonces
puedo oírlo mientras duermo. Es un regalo, nunca había vivido en un lugar en el
que pudiera dormir acompañada del rumor de las olas…
Dejo que pasen los días, algo me ha traído hasta aquí.
Toca trabajar la aceptación. No sé cuánto tiempo permaneceré en este lugar,
depende del viento…
Parece que lo que ahora toca es seguir aprendiendo.
Aprendí del rio, ahora toca aprender del mar, del viento y de las nubes. Como
alguien cantaba… “hay nubes de amor que
nunca se las lleva el viento”
Imagen by Nur
Nota: acabo de averiguar que los pájaros a los que me refiero se llaman "Fragatas" ...
Nota: acabo de averiguar que los pájaros a los que me refiero se llaman "Fragatas" ...
2 comentarios:
Me encanta! me relaja leer tu estancia en Yucatan , dejandote llevar y practicando el presente. A ver lo que depara estos nuevos vientos... besos!!!
Muy bien, Nur. Es cierto que dormir con el rumor del mar es un regalo diario, y estoy convencda de que el mar, el viento y las nubes, te enseñaran un sinfín de cosas, disfrútalo mucho!!!!
Muchos besos y un abrazo marino!!!
Eulàlia
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