martes, 9 de septiembre de 2008
Tres cerebros, una mente.
"Para resolver el trauma, debemos aprender a movernos con fluidez entre el instinto, la emoción y el pensamiento racional. Cuando estas tres fuentes se hallan en armonía y comunican sensaciones, sentimientos y cogniciones, nuestro organismo utiliza estas fuentes tal como fueron diseñadas.
Al aprender a identificar y conectar con las sensaciones corporales, empezamos a comprender nuestras instintivas raíces reptiles. En sí mismos, los instintos son meras reacciones. Sin embargo, cuando estas reacciones son integradas y ampliadas por nuestro cerebro mamífero emocional y por nuestras capacidades cognitivas humanas, de manera organizada, experimentamos la plenitud de nuestra herencia evolutiva. Sin una conexión clara con nuestros instintos y nuestros sentimientos, no podemos sentir nuestra conexión y sentido de pertenencia a la Tierra, a la familia o a nada más.
Aquí se encuentran las raíces del trauma. La desconexión de nuestro sentido de la percepción de la pertenencia deja que nuestras emociones se pierdan en un vacío de soledad. Deja que nuestra mente racional cree fantasías que se fundamentan en la desconexión, en lugar de en la conexión. Estas fantasías nos obligan a competir a declararnos la guerra, a desconfiar unos de otros y a socavar nuestro respeto natural por la vida. Si no sentimos nuestra conexión con todas las cosas, entonces será más fácil destruir o ignorar estas cosas. Los seres humanos son cooperativos y se aman por naturaleza. Disfrutamos trabajando juntos. Sin embargo, sin un cerebro plenamente integrado nos resulta imposible conocer estas cosas sobre nuestra naturaleza.
En el proceso de la curación del trauma, integramos nuestro cerebro de tríada. La transformación que acontece cuando la hacemos cumple nuestro destino evolutivo. Nos convertimos en animales humanos completos, capaces de desempeñar la totalidad de nuestras habilidades naturales. Somos fieros guerreros y cuidadores delicados, y todo lo que se encuentra entre ambas cosas."
Curar el trauma, de Peter A. Levine
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1 comentario:
hace tiempo que observo en círculos de formación universitaria una infección del neocortex, es decir un exceso de mente racional sin que de ello se derive ningún bienestar tangible. Los excesos especulativos ahogan lo natural.
Recuerdo a Epicuro: "Feliz tú que huyes, a velas desplegadas, de toda clase de cultura"
jordi v.
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