sábado, 23 de octubre de 2010

Terminando octubre...



Totonicapan, 20 de octubre de 2010

Es ella, la dama de la muerte, la que mide la energía en comparación con la distancia, la que pesa el tiempo en comparación con la libido, la que sopesa el espíritu en comparación con la supervivencia. Medita acerca de ello, lo estudia, lo considera y después procede a infundirle una o dos chispas o una repentina llamarada de fuego salvaje o a reducir un poco su fuerza, a cubrirlo con ceniza o a apagarlo del todo. Ella sabe lo que hay que hacer. Sabe cuándo ha llegado el momento.

La mujer esqueleto, Clarissa Pinkola Estés. “Mujeres que corren con los lobos”

La agudeza y perspicacia visual mejoran con la insistencia en la observación. Es como aprender a saborear un buen plato de mole, con el tiempo se van distinguiendo los asombrosos detalles que en un principio pasan desapercibidos. En este ciclo lunar reflexivo he dedicado la mayoría del tiempo a la lectura y a la observación de mi alrededor. Cuando me siento en calma y en actitud paciente puedo descubrir más rápidamente lo que ocurre en las proximidades. La sorpresa de esta semana ha sido descubrir que parte de la rutina de un halcón es pasar algunas horas en mi jardín. Se posa sobre uno de los troncos de palmera muerta y no duda en abalanzarse sobre la hierba si percibe algún movimiento sospechoso. Es un ave realmente bella, estilizada y con ese halo de poder que la hace tan misteriosa y atractiva. Nunca había tenido la oportunidad de observar uno en libertad y es algo que me causa verdadera satisfacción. Ya puedo distinguir más tipos de pájaros que hace unas semanas e incluso diferencio algunos de sus cantos. Otro gran momento ha sido toparme con un pájaro carpintero golpeando la palmera con su pico, son geniales! Con su cresta bien roja a lo pájaro loco…

Ya hace un mes que empezó mi viaje. Bueno, la verdad es que comenzó bastantes meses antes, pero hoy se han cumplido treinta días en este nuevo país, con esta nueva gente y esta nueva cultura de la que tengo tantas cosas que aprender aun. Aquí el tiempo discurre de otra forma. Recuerdo cómo caían los meses del calendario aceleradamente en estos últimos años, en un parpadeo pasabas del verano a la navidad, casi sin darte cuenta, sin embargo aquí es diferente. Tengo la sensación de que las semanas no terminan, este mes me ha parecido muuuuy largo. Y no es porque no esté disfrutando, todo lo contrario, es una cuestión de ritmo mental. Pasan muchas cosas, pero en el fondo no tengo ninguna prisa, quizás sea por eso la sensación de dilatación temporal. Me resulta gratificante descubrir que en un solo día puede haber ratos para todo, para la actividad, para la calma o para el descanso. Procuro seguir los ciclos naturales, me levanto y me retiro antes, intentando seguir los ciclos de luz. Como cuando tengo hambre, no importa la hora y parece que a mi cuerpo le sienta bien este nuevo ritmo y también esta nueva dieta. Suelo desayunar un buen vaso de agua de limón hecha con los limones canarios del árbol del jardín, y para cenar un buen guacamole que me hago con los aguacates también del jardín. A medio día vamos a Catemaco a comer a “casa Yoli”, que nos hace comida casera por unos 30-50 pesos por persona (entre 300 y 500 pesetas) y siempre disfrutamos de su compañía y sus historias. Es una gran mujer , con esa esencia femenina que tan bien nos define, una dadora de vida que cuida y alimenta a los suyos con un amor infinito aunque la vida apriete. Prepara un mole delicioso!

La experiencia de ir a pescar también ha resultado interesante, sobre todo para los peces, que se han puesto morados de gusanos y masa… Agarré uno, pero era tan pequeño que me dio pena y lo devolví al lago… Hay que seguir intentándolo!

To be continued…


Fotografia by Nur


miércoles, 6 de octubre de 2010

Totonicapan



Totonicapan, la casa de los pájaros de agua. Situado entre Catemaco y Nanciyaga, bordeando la laguna, se encuentra la que de momento es nuestra nueva casa. Rodeada de un gran jardín en un terreno que una vez le robaron a la selva, me encuentro envuelta de grandes árboles con sus particulares habitantes. A una le puede apetecer un poco de vida salvaje siempre y cuando te acostumbres a encontrarte un alacrán dentro de casa o a que te pique una avispa campanera cuando vas a recoger unos aguacates al jardín de buena mañana, o bien a cruzarte con una tarántula en un rincón de la alberca. Ya casi tengo superado lo de los mosquitos, pero esto son temas mayores… no es como ver una ardillita o una ranita en el Montseny. Conocéis la leyenda de la viuda negra? Pues es una arañita que al parecer también vive por aquí. Los lugareños recomiendan disponer de un machete por si te topas con alguna víbora. Ojala tuviera el conocimiento de los antiguos chamanes y brujos del lugar sobre plantas y antídotos naturales pero como no es así hay que confiar en los antiestamínicos y antibióticos disponibles. Y en cuanto pueda me hago con un machete!

Lo bueno es que también puedo disfrutar de otros animalillos como los tucanes que anidan en un tronco de palmera muerta en el jardín, puedo observar sus idas y venidas desde la ventana de mi habitación. Ya tengo identificadas unas florecillas rojas que les encantan a los colibrís, me encantan estos animalillos! Son como hadas revoloteando!. Mis queridas luciérnagas se dejan ver a primera hora de la noche siempre que no llueva. Por la mañana el inconfundible alboroto de las chachalacas, una especie de gallina con una cola larga que pasea en grupo de árbol en árbol, suele despertarme como hacían los gallos antiguamente en Castilla. También hay muchas mariposas, aunque ahora no es la época de las grandes migraciones. La variedad de aves es inmensa. Pájaros de todos los tamaños y colores abundan por estas tierras. Desde unos pequeñitos con el pecho amarillo o las conocidas golondrinas hasta los buitres y águilas.

El trabajo de estos días está siendo encontrar el equilibrio entre el miedo ancestral que ha hecho que los humanos nos refugiemos en la aparente seguridad que nos ofrece la vida en comunidad en las grandes urbes y la emoción por disfrutar de la naturaleza con todo su esplendor y los riesgos que conlleva. Una se da cuenta de que somos realmente frágiles y vulnerables en según qué medio te encuentres. El afán por mantener todo bajo control nos impide ver más allá de nosotros, ver el gran mundo que nos rodea. Aquí todo está lleno de vida y en eso consiste la belleza del lugar. No en sus casas, vestimentas o construcciones, sino en la gran dualidad de nuestra querida madre tierra, la vida y la muerte.

Esta semana está previsto que ya dispongamos de un carro. Se lo hemos comprado al dueño de una funeraria. Lo pintaremos de color rojo y le quitaremos la cruz… Es broma. El carro era el suyo particular, una camioneta Ford del 98, alta y grande, justo lo que necesitábamos para poder seguir inspeccionando los alrededores del lago. Me encanta moverme en los taxis rurales comunitarios, pero dependes de unos horarios concretos y estás a expensas de que te pille la tormenta mientras los esperas. Aunque la verdad es que es lo más económico, en una horita de dejan en la playa de Montepío por unos 27 pesos (euro y medio aprox). Si necesito comprar algo me dejan en Catemaco por 5 pesos (30 céntimos de euro), lo cual los hace muy concurridos y asumibles. A mí me gusta sentarme detrás, en la caja cubierta con una lona para la lluvia, porque desde ahí puedo ver el paisaje y sentir el aire mientras viajo.

To be continued…

Nur
Imagen by Nur

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