lunes, 25 de junio de 2012

Pequeño giro al norte...


 Llegué al aeropuerto de Cancún hacía las 6 de la mañana de un miércoles lluvioso después de cruzar una vez más el estado del Yucatán, en un viaje de unas 8 horas en ADO. Me gusta viajar de noche, dejan de poner películas en los monitores del autobús y puedo escuchar mi música en el Ipod tranquilamente mientras descanso. Aunque la verdad es que este último trayecto no fue precisamente el más relajado. Por un lado me sentía emocionada por la nueva aventura que me esperaba, pero mi corazón estaba triste, desolado. Desde que subí al autobús en aquella calurosa ciudad del golfo de México no podía dejar de llorar, la emoción era tan fuerte que decidí sucumbir a ella arropada por la oscuridad del interior del autobús y acompañada por las gotas de lluvia que resbalaban acariciando el cristal de la ventanilla. Necesitaba vaciarme, era demasiado intenso. Ni siquiera era capaz de escuchar las canciones que durante tanto tiempo me habían acompañado en mis tránsitos. Sentí que comenzaba a faltarme el aire, notaba una presión en el pecho. Me recosté en asiento y me puse la capucha de mi chaqueta entregándome al fluir de mis lágrimas, el aire acondicionado me helaba por dentro. 

El hecho de dejar México me resultaba más doloroso de lo que hubiera podido imaginar. Ni siquiera la ilusión de un nuevo viaje y una nueva etapa podía consolarme en ese momento. Mi cabeza no dejaba de recordarme todas las cosas que me habían ocurrido en este maravilloso país… mi corazón repasaba una y otra vez todo lo que había dejado atrás, los capítulos de mi vida que se habían cerrado y todo lo que de nuevo estaba floreciendo. A veces pierdo la noción del tiempo y lo que son meses me parecen una eternidad. Yo había cambiado, y mucho, desde que llegué aquí. Me sentía totalmente desbordada por mis sentimientos contradictorios. Sentía muchas ganas de empezar mi nueva etapa en un nuevo país que no conocía pero a la vez me embargaba la emoción de todo lo vivido y la tristeza de tener que dejar gente y lugares maravillosos. De nuevo los apegos… Lloré durante horas hasta que por fin me quedé dormida. 

Desperté entrando a Cancún, con los ojos hinchados tras mis gafas de sol y menos alegría que de costumbre. Cambié de autobús para llegar de la terminal de la ADO al aeropuerto. Mi vuelo a Florida no salía hasta las 12:20 del medio día así que me dediqué a deambular por el aeropuerto intentando encontrar un lugar adecuado para sentarme y descansar después de arrastrar mi pesado equipaje. En seguida me di cuenta de que ya no estaba en México, no había opción, todos los precios de las cafeterías me parecían extraterrestres. Por dios! 40 pesos por un café? Menos mal que me quedaba en la cartera mi último billete de 200 baros. Al final me decidí por el Starbucks que estaba justo en frente de los monitores con los horarios de los vuelos, cerca de los mostradores donde debía facturar mi equipaje. Pedí un café y me senté en una mesa a pensar que podía hacer en esas 6 horas que quedaban para mi vuelo mientras mi mente seguía volando a los atardeceres de la costa de Oaxaca y a la luz que hay por la mañana en los lagos de Patzcuaro. Descarté rápidamente acercarme a ver la playa de Cancún porque sabía que el taxi iba a cobrarme demasiado caro y además el día estaba lluvioso. Decidí esperar a que abrieran los mostradores para poder deshacerme de mi pesada mochila y luego ya se vería. Hacía las 10 de la mañana anunciaron un retraso de 5 horas en mi vuelo. No me importó demasiado, algo dentro de mí se resistía a dejar México. En cuanto hubo movimiento de empleados en los mostradores de la compañía aérea me situé al principio de la fila para facturar. Parece que el retraso se debía a las condiciones meteorológicas en Estados Unidos. Igualmente quise realizar los trámites lo antes posible dado que seguramente tendría que pagar un extra por mi mochila y además quería pasar los controles de seguridad de una vez para poder relajarme. 

Me atendió una mujer hablando español con un marcado acento americano. Tenía cara de cansada y aburrida así que traté de poner mi mejor sonrisa a ver si así podía librarme de pagar el extra por mi maleta. Después de darle los buenos días le mostré mi reserva y mi documentación. Ella me pidió mi permiso para viajar a los Estados Unidos, la ESTA, y le mostré mi número de expediente del trámite en cuestión pues no había tenido la oportunidad de imprimir el documento completo. Tras comprobar mis datos y mi reserva me preguntó por la dirección en la que iba a estar en Florida. No esperaba esa pregunta hasta llegar al aeropuerto de Fort Lauderdale pero por suerte conservaba la tarjeta que mi amigo Don me había dado con su email, se la mostré, allí estaba la dirección de su casa, en donde me iba a quedar. Entonces me preguntó que cuándo pensaba regresar a España. A España? Uy! Pues no lo sé señorita…. le dije, mis planes son regresar a México en un par de meses... Entonces me miró con atención y me preguntó si no tenía un vuelo de regreso a mi país, a mi país de residencia. Le comenté que no, que a donde pensaba regresar era a México pero que aun no había comprado mi vuelo. Mientras le explicaba todo esto de repente fui consciente de que no tenía vuelo de salida de los Estados Unidos y no se me había pasado por la cabeza que ese era un requisito indispensable para entrar en el país. La señorita me explicó muy pacientemente que no podía darme mi tarjeta de embarque si no contaba con un vuelo a mi país de residencia. Se me pusieron los ojos como platos. No me enfadé ni nada por el estilo, la reacción fue como de… ooh my god!, de repente empecé a sospechar que mis deseos de no abandonar México habían sido escuchados. 

Comencé a pensar en las opciones que tenía mientras miraba a los ojos de aquella mujer y le preguntaba cuánto tiempo tenía antes del embarque. El motivo principal por el que viajaba a Florida era porque me quedaban 24 horas para que venciera mi visa mexicana, o sea, debía salir del país como muy tarde al día siguiente. Calculé que no me encontraba muy lejos de Belice así que eso no tenía por qué ser un problema. En caso de no poder volar siempre podía intentar buscar un transporte que viajara hacía Belice y cruzar la frontera a tiempo. Pero mi amigo Don estaba esperándome en el aeropuerto de Fort Lauderdale e iba a ser una desilusión no presentarme después de haber planeado este viaje desde 2 meses atrás. Mientras reflexionaba sobre todo esto miré de nuevo a la señorita tras el mostrador y le pregunté por las opciones que tenía para volar a Florida. Me dijo que solo presentando una reserva de vuelo a España era posible. El vuelo tenía 5 horas de retraso lo que me daba tiempo para encontrar una solución. Le pedí a la señorita si podía dejar allí mi pesada mochila mientras trataba de arreglar el asunto, ella llamó a un mozo que la pasó detrás del mostrador, ya etiquetada, perfecto. 

Regresé rápidamente al Starbucks, busqué dentro de la funda de mi portátil el ticket del café de la mañana, en él tenía la clave de la conexión wi-fi. Me conecté y comencé a mirar páginas de vuelos a España. Estaba sudando y nerviosa. Resultaba un inconveniente no poder viajar a Florida y tener que buscar opciones para llegar a Belice, sobre todo por el cansancio físico y emocional que tenía en aquellos momentos, así que pensé que lo mejor era reservar un vuelo a España y después, una vez en Florida, anularlo. De repente tuve que salir de mi abatimiento y empezar a tomar decisiones, tenía que solucionarlo. Después de navegar un rato y descartar un vuelo porque el sistema rechazaba mi tarjeta para el pago encontré otro con destino a Madrid en una aerolínea totalmente desconocida para mí pero que ofrecía un precio asumible para mi tarjeta de crédito. Mientras realizaba todas estas operaciones mi cabeza estaba pidiéndole a mis guardianes una vez mas que me ayudaran. Me encontraba en el aeropuerto de una ciudad nueva para mi y no conocía a nadie en cientos de kilómetros a la redonda, tenía 24 horas para abandonar el país y existía la probabilidad de no poder entrar en los Estados Unidos, todo muy normal. 

En menos de una hora tenía un email con la confirmación de un vuelo a España para mediados de Julio, origen New York… no tengo ni idea de por qué elegí ese aeropuerto de salida, pero sonaba bien. De nuevo frente al mostrador le mostré a la misma señorita la pantalla de mi ordenador con la reserva y el número de vuelo, tomó nota y pasó los datos a su pantalla mientras yo observaba como el mozo subía mi mochila a la cinta de equipajes. Después de recordarme que tendría que mostrar de nuevo mis datos al llegar la señorita me recordó la hora en que debía estar en la puerta de embarque mientras me entregaba mi pase junto a mi pasaporte. Guardé mi portátil en el bolso y me dirigí aliviada a los controles de seguridad que daban acceso a la zona de embarque del aeropuerto. Los pasé sin problemas. 

Quedaban aun varias horas para mi vuelo, comprobé que aun tenía algunos pesos así que me senté en un restaurante a tomar una cerveza y tratar de relajarme de la tensión. Definitivamente iba a volar a Florida, ya no había marcha atrás. Comprobé mi correo y vi que mi amigo Don ya estaba enterado del retraso y que estaría en el aeropuerto para recogerme. 

Mientras esperaba repasé el lugar con la mirada, normalmente suelo entretenerme observando mi exterior, intentando adivinar la vida de los que me rodean y se encuentran en ese momento en el mismo lugar que yo, pero esta vez tenía la vista perdida, mis pensamientos repasaban los 3 meses y medio que había estado en Progreso, península del Yucatán. Estar junto al mar es algo que siempre me da mucha paz. Conocí gente estupenda en esa playa, gente que estoy segura de que voy a volver a ver. También fue allí donde apareció Don y surgió la posibilidad de realizar este nuevo viaje. Mi instinto me decía que 3 meses eran más que suficientes en aquel lugar, la energía de aquella playa había conseguido magnetizar mi brújula interior, ese lugar es como un agujero de gusano que se traga la energía, la paraliza, ralentiza el paso del tiempo. Dicen que en esa zona de México fue donde cayó el meteorito que acabó con los dinosaurios… quien sabe, lo que sí puedo decir es que tiene una energía especial que te atrapa si no te das cuenta. Tuve que salir una semana de allí para ver las cosas con más claridad y que la energía volviera a fluir. Y así fue… todo cambió en cuanto comencé a moverme de nuevo… 

La semana que pasé en la costa del pacífico me hizo tomar perspectiva sobre mi momento presente y encontrar de nuevo el hilo de Ariadna que por fin me sacaría del laberinto en el que había permanecido los últimos meses. La mente tiende a perderse en bucles absurdos, a veces hace falta un estímulo externo para sacarte del circulo vicioso de pensamiento. Normalmente hacer algo irracional ayuda, al menos a mí siempre me ha funcionado… Así que crucé la república en un viaje de casi 20 horas para poder ver el atardecer en las playas del pacífico y nadar en aquel océano que un día, años atrás, me perdonó la vida. Visitar lugares en los que había estado en el pasado, con otras personas, en otras circunstancias y siendo yo diferente, recordando el principio del viaje que inicié hacia mi misma hace 11 años fue algo que me llenó de nostalgia y de orgullo por las cosas aprendidas, por las batallas ganadas y algo de dolor por lo que se perdió en el camino. Pero como dice una muy querida hada del Montseny: “hay que dejar que el pasado pase y que perdure lo que no se destruye si uno sabe lo que es y lo defiende con una simple afirmación.”

Seguía en el restaurante del aeropuerto haciendo tiempo mientras consultaba en el ordenador el estado de mi tarjeta de crédito, quería comprobar el cargo de la compañía aérea. Fue entonces cuando me llegó un email a mi bandeja de entrada. Era de la web donde había hecho la reserva del vuelo a España y decía así: “Estimado cliente, la compañía aérea no ha podido confirmar su reserva RMB184XXX, por lo que todos sus datos serán ignorados. Es posible que el importe de su reserva se encuentre temporalmente bloqueado; por lo que le informamos que lo verá abonado de nuevo en su tarjeta en las próximas 24/48 horas.” No daba crédito a lo que estaba leyendo, nunca me había ocurrido que después de recibir el email de confirmación me anularan una reserva. Comprobé los movimientos de mi tarjeta on-line y en efecto ni siquiera aparecía el cargo. Increíble, había tenido una reserva justo el tiempo necesario para pasar los controles del aeropuerto y ahorita había desaparecido por si sola? No me lo podía creer. Decidí buscar un lugar para imprimir el email anterior que tenía de confirmación del vuelo junto con mi ESTA para poder presentarlo al llegar a Florida. No tenían por qué saber que mi reserva ya no existía. De repente también me di cuenta que con todo el trajín la empleada de los mostradores de facturación no me cobró el importe extra por mi mochila embarcada cuando no estaba incluida en mi boleto. Vaya! Agradecí a mis guardianes todo el trabajo que estaban realizando… sentí que todo estaba bien, no debía preocuparme, mis decisiones habían sido las correctas puesto que todo estaba conspirando para facilitarme mi camino. Decidí relajarme y volver a sentir el fluir de las cosas. 

Una vez en Florida la espera para pasar la aduana se alargó casi tres horas. A varios pasajeros que estaban antes que yo, mexicanos, les tocó pasar a una habitación a parte. Yo tuve mas suerte a pesar de que estaba nerviosa, cuando puse mis dedos en la máquina que me tomó las huellas dactilares no podía dejarlos quietos… La agente de aduanas, una mujer de color, me selló el pasaporte después de las preguntas pertinentes, hasta conseguí que se riera con mis explicaciones… Me dio la bienvenida a los Estados Unidos y me indicó por dónde tenía que ir para recoger mi equipaje.

Encontré mi mochila en el suelo, junto a media docena más. Me sorprendió no tener que pasar ningún otro control. Salí con mi equipaje en un carrito e inmediatamente vi a Don caminando por la sala de espera con las manos a la espalda. Después de dejar el equipaje en un bonito hotel cerca de Miami y darme una ducha para relajarme bajé un rato a la calle a fumar. Me senté a observar las luces de las casas al otro lado del lago que había frente al hotel. Y entonces sentí la conexión. Todo lo que me había sucedido hasta entonces estaba conectado de tal manera que hacía posible que me encontrara allí en ese preciso instante de mi vida. Sonreí y di gracias por este nuevo capítulo que estaba a punto de comenzar… un verano en los Estado Unidos…. 

Nur

lunes, 11 de junio de 2012

Calurosas tardes de junio...



Abraza lo nuevo que llega a tu vida,
permite que te muestre su enseñanza,
reconoce tu flexibilidad.
Encontrarás el encanto que el día
te da.

Facebook, Tu mujer diosa hoy.
Imagen by Nur, Longboat Key Beach. Florida  

lunes, 4 de junio de 2012

Flujo constante



Estamos, como dijo Heráclito, en un proceso de flujo constante, nunca permaneciendo iguales, cambiando continuamente, como lo hace un río. Y, como un río, no podemos comprender cómo somos si solo nos concentramos en nuestro lado del ser. Un río siempre envuelve esta tensión entre lo lleno y lo vacio, entre el ser y el no-ser. Si solo nos fijamos en lo lleno, ya no tenemos un río, sino que un lago, que un estanque o incluso un pantano. Si solo nos fijamos en lo vacio, también dejamos de tener un río, tenemos ahora un canal seco, sin movimiento, sin vida propia.

Rafael Echevarria, Ontologia del lenguaje
Imagen by Nur, Aventurec 2011

Aviso

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El Internet explorer está dando fallos y no lo muestra completo.
O, a veces..., todo lo contrario...