Se apagan de nuevo las
luces en Aventurec y la naturaleza vuelve a tomar el mando. La palapa permanece
en silencio, las mesas descansan libres de vasos con restos de jugo de naranja
y las sillas ya están dispuestas, alineadas en las mesas como peones en el
tablero de ajedrez, preparadas para comenzar una nueva batalla. Las voces que
hasta hace poco rellenaban los caminos son ecos lejanos y amortiguados por el
sonido de las chicharras, los grillos y un improvisado concierto al atardecer
de las chachalacas, que permanecen resguardadas entre las tupidas ramas del cedro
frente a los baños. Varias ranas cruzan por el pasto frente al platanal, lo que
me hace pensar en “Enrique”, un sapo enorme que suele visitarnos por las
noches. Hace ya días que no lo veo, suele refugiarse bajo la barra del bar,
pero últimamente no aparece, quizás ya encontró a su princesa…
Se duermen los colibríes
y aparecen los primeros destellos de las luciérnagas recordándome que la magia
existe.
Una cosa que he
aprendido en el rio es que los “Eddys” existen y forman parte del curso del
agua. Un Eddy es la palabra gringa que utilizan los kayakistas para nombrar esa
sección en el rio, entre corrientes, en la que el agua está tranquila y puedes
“estacionarte”, sin que te lleve la corriente, mientras a tu alrededor, a
escasos centímetros de la balsa, el rio sigue discurriendo con toda su fuerza.
Es como un oasis en la corriente. Los eddys a veces cuesta encontrarlos, pueden
ser grandes o pequeños, pueden estar tras los obstáculos en forma de rocas o
tras los rápidos, pero si los localizas, en ellos puedes meter la balsa y
tomarte un respiro para descansar y observar el curso del río mientras decides
qué línea vas a trazar o para esperar a un compañero que llega detrás de ti y
poder hacerle seguridad en el rápido, es decir, estar listo para lanzar la
cuerda si es necesario. Y yo estoy en un “eddy”, asimilando los últimos cambios
y reencontrándome con esa fuerza interior de mujer loba que tan bien definía Clarissa
Pinkola Estés en “Mujeres que corren con los lobos”. No alcanzo a ver que me
espera tras el próximo rápido pero empiezo a visualizar la línea a trazar, y
leyendo el río todo me indica que la línea escogida hasta ahora es buena. El
balance de este último año es alentador, siento la misma ilusión y las mismas
ganas de seguir remando que aquel día en que ví mi mochila, con las únicas
cosas que decidí conservar para esta aventura, desaparecer por aquella cinta en
el aeropuerto de Barcelona.
“Diosidencias”, me
comentaba una luciérnaga que pasaba por Aventurec estos días, con una luz
potente y poderosa que me ha dejado algo aturdida hasta horas después de su partida.
Me ha hecho recordar otra linda luz que me “reencontré” en Barcelona poco antes
de empezar este viaje. Esta segunda conexión ha llegado en el momento justo y
preciso, como siempre, si es que ya decía yo que el universo puede ser muy
cabroncete y te deja saborear esas pinceladas de luz para animarte a seguir
adelante, pero sin darte tiempo a profundizar, actúan solo como mensajeros,
como señales. Son como el rio que a veces, inesperadamente, bien por una
crecida o algún cambio geográfico drástico se abre en varios brazos que se
separan para luego volver a encontrarse más adelante. En estos últimos días mis
dudas se han disipado. Estas apariciones me hacen saber que todo está bien, que
voy bien, que no debo de tener miedo a todos estos cambios, que voy a empezar
el 2012 como nunca lo hubiera imaginado. Que fue duro saltar la cascada,
angustiantes los momentos en que el abismo se acercaba y debía decidir dar ese
salto, dejar todo lo que me hacía sentir mínimamente segura para poder
emprender el camino que realmente mi corazón me dicta, enfrentándome a mis
miedos hasta el punto de transformarlos en la adrenalina capaz de darme ese
plus de energía que necesito en esa última palada, o en ese salto al vacio. Y
aunque sigo sintiendo el vértigo sigo agradeciendo cada día que pasa en esta
aventura de vivir, con todas las letras.
Por el momento los
únicos planes son aprovechar el tiempo que me queda en este Eddy y pasar unos
días en La Habana y Varadero para descansar y tirarme en alguna playa de arenas
blancas. Necesito algo de intimidad que me permita momentos de introspección
para poder escucharme y poder seguir leyendo el rio, cosa que el trabajo diario
en Aventurec no me permite. Cuando se está de viaje también se necesitan
vacaciones, jeje.
Porque la vida puede ser
maravillosa! Eso me enseñó un compañero de tránsito que recientemente nos ha
dejado y que sus últimos pensamientos fueron de agradecimiento por todo lo que
había vivido. El rio aun me está ayudando a gestionar esta pérdida, por el
momento los mojitos en Cuba van a tu salud compañero.
El día 1 aterrizo de
nuevo en Distrito Federal, esa enorme jungla urbana…
Imagen by Nur, Altofilo.
2 comentarios:
Te admiro y te envidio :))))
Un abrazo grande
Adelante! viaja, descansa , trabaja , haz lo que quieras y de corazon.
Un abrazo companera de aventuras.
PD:un mojito a mi salud please... jeje
Publicar un comentario