La inocencia no tiene nada que ver con la ingenuidad. Hay un antiguo dicho en las salvajes y remotas tierras de las que procedo: ¨ La ignorancia es no saber nada y sentirse atraído por lo bueno. La inocencia es saberlo todo y seguir sintiéndose atraído por lo bueno¨.
El estado de sabia inocencia se alcanza cuando nos despojamos del cinismo y del afán protector y entramos de nuevo en el estado de asombro propio de la mayoría de seres humanos muy jóvenes y de muchos ancianos. Consiste en mirar a través de los ojos de un perspicaz y amoroso espíritu y no los de un perro apaleado, una criatura perseguida, una boca encima de un estómago, un furioso y herido ser humano.
La inocencia es un estado que se renueva con el sueño. Por desgracia, muchos la apartan a un lado junto con la colcha cada mañana cuando se levantan. Sería mucho mejor llevarnos una vigilante inocencia y apretujarnos contra ella para que nos diera calor.
Regresar a un estado de vigilante inocencia no es un esfuerzo tan grande como acarrear un montón de ladrillos de uno a otro sitio, pues basta con permanecer inmóvil el tiempo suficiente como para que el espíritu nos encuentre. Dicen que todo lo que nosotros buscamos también nos busca a nosotros y que , si nos quedamos quietos, nos encontrará. Es algo que lleva mucho tiempo esperándonos. En cuanto llegue, no te muevas, descansa. Ya verás lo que ocurre a continuación.
Clarissa P.E
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