A pesar de ser fuente de inspiración de toda clase de creaciones artísticas, los gatos continúan siendo seres inescrutables.
Animal independiente (a veces no), egoísta (no siempre), cariñoso, curioso, terco, payaso, dormilón y juguetón, los gatos nos enseñan a tomarnos la vida con ligereza; a quitarnos las tensiones de encima (como hacen ellos cada dos por tres al estirarse tras una buena siesta -de las muchas que disfrutan durante el día-, o al sacudirse la energía tras haber sido liberados de nuestras “garras” humanas).
Considerado por unos como diabólico, y adorado por otros como una divinidad, todos asocian al gato como el animal doméstico más aristócrata… Ni da leche, ni lana… ni siquiera cuida la casa. Sin embargo, es capaz de ganarse el cariño de sus “amos”.
Esta presentación no pretende descubrir su misterioso espíritu. Si acaso -para quien tenga el gusto de disfrutar de su compañía- hace un guiño de complicidad a su naturaleza curiosa, juguetona y libre.
Fuente: el viaje de Riddhi
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