domingo, 27 de abril de 2008

Satori


Dice Erich Fromm que el hombre actual sufre una crisis espiritual. Se queja de insomnio, de lo mal que le va en su trabajo o con su pareja, etc... pero estas quejas no son más que la forma consciente en que nuestra cultura le permite expresar algo más profundo: "la enajenación de uno mismo, de nuestros semejantes y de la naturaleza; la conciencia de que la vida se nos escapa de las manos como arena y que moriremos sin haber vivido".

Según Fromm, "gran parte de lo que la gente tiene en su mente consciente es ficción o engaño". El contenido de la conciencia está socialmente condicionado. Existen varios filtros: el lenguaje (una experiencia casi nunca entra en la conciencia si el lenguaje no tiene palabras para expresarla), la lógica (para una persona que vive en una cultura en la que la verdad de la lógica aristotélica no es puesta en duda es muy difícil tener conciencia de experiencias que contradicen dicha lógica), el contenido (toda sociedad excluye ciertos pensamientos y sentimientos incompatibles con el grupo). Por otra parte, el hombre moderno, como consecuencia del creciente acento sobre el conocimiento intelectual, que es condición de los logros científicos y técnicos, sufre un proceso de "cerebración" (cree que ve, pero sólo ve palabras; cree que siente, pero sólo piensa sentimientos. Tan pronto como se expresa algo en una palabra se produce una enajenación, y la experiencia plena ya ha sido sustituida por la palabra). En conclusión: "la persona media, aunque piensa que está despierta, está en realidad medio dormida...tiene conciencia de la realidad sólo en la medida en que el funcionamiento social lo hace necesario. Tiene conciencia de sus semejantes en tanto que necesita cooperar con ellos; tiene conciencia de la realidad material y social en tanto que necesita conocerla para manipularla."

Siendo esto así, no es extraño que D.T. Suzuki defina la experiencia del satori (la "iluminación" en el zen) como "hacer consciente lo inconsciente". Se trata simplemente de superar toda esta serie de condicionamientos provocados por la sociedad, el propio egosimo, etc.. para lograr ver la realidad "tal cual es". No hay nada sobrenatural ni mágico en ello. Alcanzar esta meta, sin embargo, no es fácil. Para empezar, supone una "humillación", una experiencia dolorosa, implica reconocer que uno ha vivido en un mundo de ficciones mentales , requiere humildad y desapego. Y eso es sólo el principio...

Una búsqueda espiritual solamente es posible si te ha sucedido algo sin que tú lo sepas. Puede ser con el amor, puede ser con la música, puede ser en la naturaleza, puede ser con la amistad, puede ser con cualquier comunión. Algo te ha sucedido que ha sido una fuente de gozo y que ahora es sólo un recuerdo, una memoria. Puede que ni siquiera sea un recuerdo consciente; puede ser inconsciente. Puede que esté esperando como una semilla en algún lugar en lo profundo de ti. Esta semilla se convertirá en la causa de una indagación y tú continuarás buscando algo que no conoces. ¿Qué es lo que estás buscando? No lo sabes. Pero aún así, en algún lugar, puede que desconocido para ti, alguna experiencia, algún momento maravilloso, se haya convertido en parte de tu mente. Se ha convertido en una semilla y ahora, esa semilla está abriéndose paso a través de ti y tú estás buscando algo que no sabes nombrar, que no sabes explicar.

¿Qué es lo que estás buscando? Si una persona espiritual es sincera y honesta no podrá decir, "Estoy buscando a Dios", porque no sabe si Dios existe o no existe. Y la palabra "Dios" carece por completo de sentido a menos que lo hayas conocido. De modo que no puedes buscar a Dios o al Moksha – la Liberación—; no puedes. Un buscador sincero tendrá que volver sobre sí mismo. La búsqueda no es de algo en el exterior; es de algo interior. En algún lugar existe algo que ha sido vislumbrado, que se ha convertido en la semilla y que te está empujando, te está aguijoneando hacia algo desconocido.

La búsqueda espiritual no es una atracción desde el exterior; es un empuje interior. Siempre es un empuje. Y si es una atracción, la búsqueda no es sincera, no es auténtica. Entonces no es más que una búsqueda para alguna nueva clase de gratificación, una nueva clase de deseo. La búsqueda espiritual siempre es un empuje hacia algo desde el interior más profundo de ti mismo, algo de lo cual has tenido un vislumbre. No lo has interpretado, no lo has conocido conscientemente. Puede ser un recuerdo de un satori en la infancia que esté profundamente enterrado en el inconsciente. Puede ser un gozoso momento de satori en el vientre de tu madre, una dichosa existencia sin preocupaciones, sin tensiones, en un estado de mente completamente relajado. Puede ser un profundo e inconsciente sentimiento, un sentimiento que no conoces conscientemente, el que te está empujando.

Los psicólogos afirman que todo el concepto de búsqueda espiritual surge de la maravillosa existencia en el vientre de la madre. Es maravillosa, oscura, sin un solo rayo de tensión. Con el primer destello de la luz, empieza a sentirse la tensión, pero la oscuridad es absoluta relajación. No hay preocupaciones, nada que hacer. Ni tan solo has de respirar; tu madre respira por ti. Existes exactamente de la forma que uno entiende que ha de existir cuando se alcanza el Moksha. Todo simplemente "es", y ser "es" maravilloso. No se ha de hacer nada para alcanzar este estado; tan sólo "ser".

De modo que puede decirse que hay una profunda e inconsciente semilla en tu interior que ha experimentado una relajación total. Puede que sea alguna experiencia de una dicha extática en la infancia; un satori infantil. Toda la infancia está plena de satoris, pero los has perdido. El Paraíso se ha perdido y Adán es expulsado del Paraíso. Pero el recuerdo está ahí, el desconocido recuerdo que te empuja.

El samadhi es distinto de esto. No has conocido el samadhi, pero mediante el satori aparece la promesa de que algo mayor es posible. El satori se convierte en la promesa que te conducirá hacia el samadhi.

Osho


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