lunes, 30 de marzo de 2009

La tienda de la verdad



El hombre caminaba paseando por aquellas pequeñas callecitas de la ciudad provinciana. Tenía tiempo y entonces se detenía algunos instantes en cada vidriera, en cada negocio, en cada plaza. Al dar vuelta una esquina se encontró de pronto frente a un modesto local cuya marquesina estaba en blanco, intrigado se acercó a la vidriera y arrimó la cara al cristal para poder mirar dentro del oscuro escaparate... en el interior, solamente se veía un atril que sostenía un cartelito escrito a mano que anunciaba:

Tienda de la verdad

El hombre estaba sorprendido. Pensó que era un nombre de fantasía, pero no pudo imaginar qué vendían.

Entró.

Se acercó a la señorita que estaba en el primer mostrador y preguntó:

—Perdón, ¿esta es la tienda de la verdad?.

—Sí, señor, ¿qué tipo de verdad anda buscando: verdad parcial, verdad relativa, verdad estadística, verdad completa?

Así que aquí vendían verdad. Nunca se había imaginado que esto era posible, llegar a un lugar y llevarse la verdad, era maravilloso.

—Verdad completa –contestó el hombre sin dudarlo.

“Estoy tan cansado de mentiras y de falsificaciones”, pensó, “no quiero más generalizaciones ni justificaciones, engaños ni defraudaciones”.

—¡Verdad plena! –ratificó.

—Bien, señor, sígame.

La señorita acompañó al cliente a otro sector y señalando a un vendedor de rostro adusto, le dijo:

—El señor lo va a atender.

El vendedor se acercó y esperó que el hombre hablara.

—Vengo a comprar la verdad completa.

—Ahá, perdón, ¿el señor sabe el precio?

—No, ¿cuál es? –contestó rutinariamente. En realidad, él sabía que estaba dispuesto a pagar lo que fuera por toda la verdad.

—Si usted se la lleva –dijo el vendedor— el precio es que nunca más podrá estar en paz.

Un frío corrió por la espalda del hombre, nunca se había imaginado que el precio fuera tan grande.

—Gra... gracias, disculpe... –balbuceó.

Se dio vuelta y salió del negocio mirando el piso.

Se sintió un poco triste al darse cuenta de que todavía no estaba preparado para la verdad absoluta, de que todavía necesitaba algunas mentiras donde encontrar descanso, algunos mitos e idealizaciones en los cuales refugiarse, algunas justificaciones para no tener que enfrentarse consigo mismo.

“Quizás más adelante”, pensó...


Jorge Bucay 
Imagen by maltieri

6 comentarios:

Angeles dijo...

Ahhh!! la encontraste...la historia digo.
Nunca es triste la verdad lo que no tiene es remedio...
Besos.

Jurema dijo...

Hola Nur!

Es que no siempre se esta preparado para asumir toda la verdad, estonces es cuando se aceptan las medias verdades! creyendo que son completas..

Cuídate este resfri!
Un besito.

SHOBOGENZO dijo...

Hola Nur, llámame ilusa, pero yo compraría la verdad completa a pesar de saber que tarde o temprano acabaría haciendo alguna trampa...
No hay peor ciego, que aquel que no quiere ver. Muy buena historia.

Besicos, abrazos y un "frenamol" de esos que lo frenan todo!

Shob.

Logan y Lory dijo...

No estar en posesión de la verdad absoluta es lo que nos mantiene activos cerebralmente, en la búsqueda de aquello que desconocemos o nos intriga.

La vida es un camino semiandado, incluso al final porque siempre buscamos una meta.

Anónimo dijo...

Precioso texto!
Tóma muchos líquidos, vitamina C y cuídate ese resfri!!!
Besos multicolores de nuestra parte.

Nur dijo...

Gracias por vuestros deseos. Haber empezado la semana con semejante resfriado ha sido un rollo!
Prometo pasar a veros a todas todos en cuanto me encuentre mejor.
Eso si, soy afortunada y me cuidan MUY bien....
tos tos...

Besitos de buenas noches entre mocos...

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