Dicen que hace mucho tiempo, cuando ya todo estaba creado, los hombres y mujeres de los pueblos de los montes y los ríos, vivían en armonía.
Los hombres salían muy temprano a cazar y a pescar, pero antes, pedían permiso al espíritu de los animales y de la selva para tomar aquello que necesitaban. Y volvían cargados de alimentos.
Las mujeres sembraban el achacra y le hablaban con cariño a la tierra para que les diera su alimento. Preparaban vestidos, collares, pulseras con semillas y guairulos. Y los niños jugaban desde el amanecer hasta el atardecer. Y en la noche todos se reunían en la casa grande a conversar, a cantar, a contarse historias...
En ese entonces el sol brillaba sonriendo a todos los pueblos. Y la lluvia caía cuando tenía que caer, para regar los campos, refrescar las fuentes y llenar los ríos.
Mientras tanto, del otro lado del mar, otros pueblos soñaban y soñaban... que la tierra era redonda, y fabricaban barcos para ir detrás de sus sueños. Inventaban objetos para orientarse, y la pólvora para vencer en las guerras.
Los pueblos de los montes y los ríos no presentían nada, ni lo imaginaban. Y seguían viviendo como sus ancestros les habían enseñado, confiando en el sol, la luna, las estrellas.... en la tierra.
Hasta que un día, vino volando de las montañas, un enorme pájaro blanco. Se acercó hacia ellos y les habló:
"El dolor, la muerte y el olvido llegarán, pero ustedes sobrevivirán si toman este brebaje". Y les enseño a preparar un brebaje llamado ayahuasca, con plantas sagradas. Y antes de partir les dijo:
"Si ustedes toman la ayahuasca nunca olvidarán quienes fueron, ni quienes son"
Y el pájaro blanco desapareció.
Chucha del Aguila.
Pintura Pablo Amaringo
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WOUW
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