Un Guerrero de la Luz nunca olvida la gratitud.
Durante la lucha fue ayudado por los ángeles, las fuerzas celestiales colocaron cada cosa en su lugar y permitieron que él pudiera dar lo mejor de sí.
Los compañeros comentan: "¡Que suerte tiene!" Y el Guerrero a veces consigue mucho más de lo que su capacidad permite.
Por eso, cuando el sol se pone, se arrodilla y agradece el Manto Protector que lo rodea. Su gratitud, no obstante, no se limita al mundo espiritual, el jamás olvida a sus amigos, porque la sangre de ellos se mezcló con la suya en el campo de batalla.
Un Guerrero no necesita que nadie le recuerde la ayuda de los otros, el se acuerda solo y reparte con ellos la recompensa.
Salut !
Salut !
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