viernes, 16 de mayo de 2008

La ansiedad también duele.


De la mano del estrés, los trastornos de ansiedad son una dolencia en alza en España y en otros países desarrollados, según sostiene la mayoría de los expertos. A los síntomas clásicos de esta patología, como la preocupación excesiva por lo que ocurre alrededor, la irritabilidad, la dificultad para dormir o la tensión muscular, hay que añadir ahora otro: el dolor.

Según las conclusiones de un amplio estudio, realizado por un grupo de investigadores españoles, la mayoría de los pacientes con trastornos de ansiedad, una patología que afecta ya a un 15% de la población, sufre al mismo tiempo diferentes tipos de dolor, un síntoma que ya se había demostrado en pacientes con depresión.

La investigación, cuyos primeros datos se presentan este jueves en Washington (EEUU), en el 161º Congreso de la Asociación Americana de Psiquiatría, se realizó a partir de una muestra de 7.152 pacientes de 80 centros españoles de atención primaria, de los que se seleccionó un grupo de 442 con trastorno de ansiedad, otro de 559 con la misma dolencia acompañada de depresión y un último de 336 pacientes sin este tipo de problemas.

Tras realizar un seguimiento de dos meses, los investigadores comprobaron que los pacientes que sufrían trastornos de ansiedad manifestaban síntomas de dolor físico en más del doble de casos que el grupo control: 59% frente a 28,3%. La concurrencia de la depresión elevaba todavía más la prevalencia del dolor en el grupo de pacientes con ambas dolencias, donde el 78% padece síntomas dolorosos.

Espalda, hombros y cabeza

Uno de los autores del trabajo, el profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca Ángel Luis Montejo, señala que los dolores más frecuentes entre estos pacientes son los de espalda, hombros y cabeza, aunque “no tienen una patología subyacente” más allá de la ansiedad. “Tras esos dolores, no hay una patología orgánica, sino un aumento del umbral de sensibilidad al dolor, es decir, mayor facilidad para percibirlo”, explica Montejo, que señala que “el dolor tiene un componente psicológico tremendo”.

En cualquier caso, aunque los investigadores esperaban resultados en este sentido, dicen que “nunca se había visto que los síntomas fueran tan evidentes” como en este trabajo, que ha sido financiado por la compañía farmacéutica Lilly, que entre otros productos fabrica antidepresivos.
A su juicio, los médicos de primaria suelen perder un tiempo precioso hasta que descubren que el dolor que refiere el paciente no tiene causa fisiológica. Además, la tendencia general es recetar analgésicos para tratar el dolor, cuando en este caso el tratamiento, según Montejo, debe realizarse con antidepresivos, por lo que los facultativos deben “mentalizarse” en este sentido.

“Si somos capaces de detectar a tiempo que determinados síntomas dolorosos se corresponden en realidad con patologías emocionales, se ahorraría mucho tiempo y se evitarían tratamientos erróneos”, concluye Montejo.


Fuente: publico.es

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