
Abandonarse a los rincones más profundos del corazón, para dejar a un lado toda lucha y todo deseo, nos conduce a conocer aquello que es eterno.
Como ha dicho un maestro:
Una vez me abrí más allá del sentido de mí mismo, pude experimentar como "mi dolor" se transformaba en "el dolor", el dolor del mundo. Vi como se movía el universo y el planeta ardía - tanto dolor - pero todo podía soportarse, y no alcanzaba a ninguna cosa. Descansaba en el seno de una inmensa paz.
En la puerta de la aflicción nos liberamos de las ilusiones y apegos -de una falsa separación de la vida- y lo sostenemos todo. Podemos descansar en el gran corazón de Buda, Jesus y de Aquel que Sabe.
Jack Hornfield -después del éxtasis, la colada-
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